Enredadera
Eduardo Meraz
Si en la colaboración anterior, hablábamos de en-redadas e insurrectos. Hoy, los políticos de México y Estados Unidos han erigido un enredadera con declaraciones, muchas de ellas poco corteses, y acciones, a tal punto que ya nadie sabe para quién trabaja.
La distensión en estos días semeja más un sueño. La virulencia en el lenguaje, en especial de parte de los funcionarios norteamericanos, se ubica dentro de la lógica trumpista de, al menos verbalmente, sacar el hacha e introducir miedo y temor entre los interlocutores y, a partir de esa posición ventajosa, negociar.
Sería muy exagerado creer se trata de puras fanfarronadas del habitante de la Casa Blanca, aunque sí se busca sobredimensionar los alcances de sus discurso.
Sin embargo, las lecciones dejadas por las acciones de freno y arranque en su política arancelaria, en realidad nos ilustran con la historia del gladiador que, como Aquiles, la economía estadounidense tiene varios puntos vulnerables, entre ellos su dependencia del trabajo migrante.
El esplendor de Estados Unidos descansa, en buena medida, en los aportes de la población migrante que, como enredadera, necesita ser podada de vez en vez para no convertirse en un obstáculo.
La estrecha relación de México y Estados Unidos se basa fundamentalmente en intereses económicos, más que en ser “amigos”. Para decirle un tanto cuanto de manera poética, tendríamos que entonar, con Los Panchos, parte de la canción “La hiedra”- que es una variante de enredadera- de la autoría de Ben Molar.
Jamás la hiedra y la pared / podrían apretarse más, / igual tus ojos de mis ojos, / no pueden separarse jamás.
Donde quiera que estés / mi voz escucharás, / llamándote con mi canción; / más fuerte que el dolor / se aferra nuestro amor / como la hiedra.
Y así, más fuerte que el dolor, los gobiernos de ambos países habrán de hacer concesiones, de acuerdo a sus propias posibilidades y necesidades.
Su establecemos un comparativo, los dos gobiernos prácticamente iniciaron al mismo tiempo, por lo cual se encuentran en una fase de poda, de reacomodos con las distintas fuerzas internas en cada nación y con los intereses del vecino.
Podemos o no estar de acuerdo con los “moditos” de Claudia Sheinbaum y lo de Donald Trump. Los visto en estos primeros cinco meses, han servido para darse cuenta de la inexistencia de una gran empatía; circunstancia que resulta inexplicable si tomamos en consideración que Donald Trump es la “versión no tropicalizada” de López Obrador.
El anterior presidente mexicano y el actual mandatario estadounidense sin caprichosos, revanchistas, vengativos, intolerantes, burdos.
Por ello, la comandanta suprema debería de aplicar los mismos o parecidos recursos a los utilizados con el tabasqueño y que le permitieron beneficiarse del voto de calidad en la nominación presidencial.
Tal vez, si aplica la misma receta logre la aquiescencia del mandatario estadounidense, dejar a tras malentendidos y volver a ser la conjunción de la hiedra y la pared.
Alcanzar tal conjunción, en efecto requiere una poda profunda, pues además de mala hierba, hojas secas, abundan las plagas en ambos lados de la frontera que necesitan exterminarse. La voluntad y compromiso que cada parte asuma, será fundamental para alcanzar un futuro frondoso.
Yo sé que estoy ligado a ti / más fuerte que la hiedra / porque tus ojos de mis sueños / no pueden separarse jamás.
La dependencia mutua es innegable y no se puede ocultar. La cuestión radica en cual de las visiones logrará prevalecer por más tiempo: la del llamado “humanismo mexicano” o la de la “nueva grandeza americana” que, en principio, parecen proyectos antagónicos.
¿Existirá alguna posibilidad o algún método para que ambas visiones se aprieten entre sí y den vida a una nueva?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El presidente Donald Trump ha reconocido este jueves lo que los expertos venían advirtiendo desde hace meses: que su campaña de deportaciones masiva provocaría una escasez de trabajadores en sectores que dependen de la mano de obra inmigrante.
¿Pared o hiedra?