• AMLO se Despide con Alta Aprobación
• Con Creces Cumplió en su Misión
• Aún así, Persistió el Odio Enfermizo
Por Francisco Javier Hernández
Ni duda cae que el sexenio de Andrés Manuel López Obrador marca un antes y un después en la historia de nuestro México, pues mientras en su último informe de gobierno una mayoría ciudadana le mostró su adhesión y apoyo, no ha faltado aquellos que todavía le tienen un odio enfermizo que quizá no acabara pronto.
Por lo pronto, el tabasqueño supo aprovechar las tablas que posee al señalar una “misión cumplida” al realizar un recuento de todo lo que se ha avanzado para cambiar el rostro del país, sobre todo su ataque frontal a la corrupción y al saqueo de una nación que estaba hundida en la corrupción y la impunidad.
Es más habría que recordar que desde antes de que llegara Andrés Manuel al poder ya había quienes le auguraban un panorama difícil para éste y sobre todo para el país, aunque la verdad sea dicha poco más del 70 por ciento de la población ya mostraba hartazgo por gobiernos no sólo cínicos, sino corruptos y mentirosos.
Y es que no les faltaba razón a la gente, pues mientras se mostraba una cara dura en cuanto a enfrentar los problemas del país, éstos seguían creciendo, pues la deuda externa aumentaba cada vez más, así como Petróleos Mexicanos estaba hasta el borde de la desaparición por una deuda multimillonaria y la Comisión Federal de Electricidad estaba amarrada a grandes compañías a las que les tenía que pagar altísimos contratos leoninos.
Así que se requería de un verdadero cambio, pero no como aquel que prometió Vicente Fox que fue pura habladuría y que sus intenciones emocionales se estrellaron con el muro de la realidad, pues a pesar de tener el mérito de sacar al PRI del poder, en el año 2000, al contrario, pareció haberlo afianzado.
Con Felipe Calderón tampoco las cosas cambiaron, pues como ya es muy sabido, sacó al Ejército a las calles no para asegurar la tranquilidad de la ciudadanía, sino para combatir a las bandas de narcotraficantes que desde hace mucho se hicieron de mucho poder y ahí estuvieron los resultados, cientos, quizá miles de muertos entre ellos muchos inocentes calificados como daños colaterales.
Y luego en 2012 regresó el PRI y sus huestes y aunque en principio ello despertó cierta expectativa entre los ciudadanos, ésta casi de inmediato se desvaneció, pues los gobiernos tricolores al parecer traían la consigna de llevarse lo que más pudieron y así México se hundía en el tobogán de la corrupción e impunidad.
Han pasado seis años y aunque los enemigos de Andrés Manuel siguen siendo los mismos –los grandes empresarios y banqueros –a ellos se han sumado otros que califican al tabasqueño de autoritario y de llevar al país a una dictadura, aun no se convencen que no hay nada de ello y eso es solo producto de su mente calenturienta.
Cierto, los rezagos todavía son muchos y quizás los avances menores, pero de que los ha habido, los hay, pues se incrementaron los programas sociales que benefician alrededor de 25 millones de familias y la infraestructura, ha crecido como nunca, además que se ha logrado de que más de 9 millones de mexicanos salgan de la pobreza extrema según lo avala el Banco Mundial.
Así tenemos que hay dos refinerías más de las que había a medio funcionar; tres aeropuertos más de los que habían antes; se han tendido algunas vías más de ferrocarril y se han rehabilitado otras para regresar al tren de pasajeros.
Pero además, se tiene grandes obras de irrigación junto con la construcción de presas que evitaran el desabasto de agua en ciudades como Monterrey o Guadalajara, así como cientos de caminos rurales construidos por los propios campesinos y cientos de obras más que sería difícil de contabilizar en tan poco espacio.
Y quizá ya se ve como un logro más la Reforma al Poder Judicial –que todavía falta que se apruebe en la Cámara Alta—pues nadie en su sano juicio puede asegurar que no es necesaria, debido a los grandes rezagos y la impunidad que persiste en algunos ámbitos de la vida nacional, y esto pese a todos los exabruptos en contra.
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