La inflación total de México entre 2018 y hoy ha sido 34.5%, lo que resulta en un incremento total de $34.50. Esto quiere decir que el poder adquisitivo de 100 pesos en 2018 equivale a 65.5 pesos mexicanos hoy; esta por demás señalar que la tasa de inflación promedio anual entre estos períodos ha sido 5.06%, aunque si se calcula estrictamente la inflación de diciembre de 2018 a junio del 2024, la inflación según la Calculadora del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) es de 30.65%: en todo caso la pérdida de poder adquisitivo de la moneda durante lo que va del sexenio de AMLO, con base en este instrumento, es de casi una tercera parte de lo que se tenía al inicio de su administración.
Ahora bien, es necesario subrayar que la Calculadora de la inflación del INEGI no estima la inflación NO subyacente directamente. Me explico: el INEGI presenta dos medidas principales de inflación en México; por una parte, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) que es la medida más conocida y se utiliza para calcular la inflación general; este índice incluye una canasta de bienes y servicios presuntamente representativa del consumo promedio de los hogares mexicanos; justamente así es que se construye el Índice de Precios Subyacente, que es el índice que se deriva del INPC y excluye los productos y servicios cuyos precios son más volátiles o están sujetos a cambios estacionales, como alimentos, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno. El objetivo del índice subyacente es proporcionar una medida más estable de la inflación subyacente, que es la que refleja mejor las tendencias a largo plazo.
De esta forma, mientras que la Calculadora de la inflación del INEGI permite calcular la inflación general a partir del INPC, no proporciona un cálculo específico de la inflación NO SUBYACENTE, que es la que está vinculada con el alza de precios de los alimentos, justamente por ello se puede afirmar que la inflación no subyacente, la vinculada al alza de precios de los energéticos, como la gasolina y la energía eléctrica, así como con los alimentos, ha sido de alrededor del 50% en lo que va del sexenio.
Frente a este escenario, la información que recientemente se da a conocer de que en junio de 2024 el INPC presentó un aumento de 0.38 % respecto al mes anterior y que con ello la inflación general anual se ubicó en 4.98 por ciento, es verdaderamente poco informativa para las amas de casa y en general para más del 60% de los hogares mexicanos que enfrentan condiciones de pobreza.
Si este escenario se extrapola con la realidad veracruzana de alta dependencia alimentaria, crisis del sub sector agrícola alimentario, se entiende porque se insiste en que el nuevo gobierno estatal debe poner especial atención a la reactivación del sector agropecuario, forestal y pesquero en la entidad, pues a nivel nacional los estados que más han padecido esta política e abandono del campo mexicano son aquellos que, como Veracruz, enfrentan condiciones de inseguridad alimentaria.
Para ser más preciso, los efectos de una inflación no subyacente alta pueden ser desiguales entre diferentes segmentos de la población y regiones. Por ejemplo, los hogares de ingresos más bajos pueden verse más afectados, ya que tienden a gastar una proporción mayor de sus ingresos en productos básicos cuyos precios están aumentando rápidamente; de esta forma se entiende que las personas que más aprecian los programas asistenciales son justamente los más pobres, pues son los que han estado sufriendo más la inflación no subyacente y en consecuencia la pérdida de poder adquisitivo que afecta su capacidad de sobrevivencia; viendo desde otra perspectiva este fenómeno, acaso desde el ángulo electoral, pues ahí está la explicación de la “forma de votar” de la mayoría de los mexicanos el pasado 2 junio, pero bueno, esto ya es “harina de otro costal”, por el momento lo que interesa es garantizar la calidad de vida de los veracruzanos.