El fraude que no/si fue
Eduardo Meraz
Las cifras preliminares dadas a conocer por el Instituto Nacional Electoral me dejan con la duda si en estos comicios ganó o no el fraude, como se pregonó desde Palacio Nacional.
Las formas y los números de la jornada electoral, hechos públicos hasta ahora, difieren con las sospechas del cuatroteísmo manifestadas en días previos, sobre reales o imaginarias posibilidades de hacerlo realidad.
De acuerdo con los datos del árbitro y contador de votos, estaríamos frente a la reedición de los resultados de 2018. Eso significa el predominio de un grupo político, cuyos principales liderazgos tienen antecedentes priístas.
Si pudiera hablarse de alguna diferencia respecto a hace seis años, bien podría señalarse que, en vez de hartazgo con los gobiernos previos, en esta ocasión los programas sociales hicieron la magia del triunfo guinda.
Y si a ello se añade la puesta en marcha de la modernizada maquinaria morenista, cuyos operadores de origen tricolor conocen todos los recovecos y atajos, se podía anticipar el triunfo, aunque no de manera tan holgada.
Claudia Sheinbaum está lejos de tener una personalidad y simpatía arrolladora como para obtener una votación incluso superior a la del saliente habitante del palacete virreinal, por lo cual se vuelve evidente la ni tan pequeña ayuda de aliados “outsider”.
Estamos frente a un futuro que para muchos puede ser casi luminoso y para otros el fin del régimen de las últimas tres décadas. La cancelación de derechos y libertades como las conocemos ahora debe darse por descontado.
Para el oficialismo este triunfo simboliza que los tiempos del partido de Estado han vuelto, pero actualizados y recargados en trapacerías.
Los números de votos y votantes en este 2024, por encima de la media nacional en elecciones anteriores creo no son falsos, pero tampoco verdaderos o se exageran, diría el clásico.
Lo cierto es que muchos mexicanos nos sentimos defraudados, no por la candidata opositora, sino porque nos hemos percatado de la degradación de los partidos políticos actuales, cuyos esquemas de hacer política, además de rancios, no son funcionales para la democracia.
¿La sociedad podrá o la siguiente presidenta del país querrá atemperar el destino del absolutismo por venir?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Dignidad de Xóchitl Gálvez al reconocer el triunfo de Sheinbaum: Ser su candidata ha sido el honor más grande de mi vida. Siempre contarán conmigo como una guerrera que luchará por un país en el que se respete la vida, la verdad y la libertad. ¡Vamos adelante y viva México!
@Edumermo